Tecnología Electrónica
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A lo largo de mis 40 años en contacto con la electrónica industrial, he sido testigo de una transformación profunda en la forma en que los sistemas industriales operan y se optimizan. Recuerdo cuando los sistemas analógicos eran la norma; aquellos días en los que la precisión y la fiabilidad dependían de ajustes manuales y de una buena dosis de experiencia. Con el tiempo, fui viendo cómo los sistemas digitales tomaban protagonismo, trayendo consigo una mejora notable en la exactitud y una capacidad para integrarse con tecnologías emergentes como la Internet de las Cosas (IoT) y la inteligencia artificial. No solo cambió la forma en que trabajábamos, sino que también abrió un abanico de posibilidades que antes parecían imposibles.
La miniaturización de los componentes electrónicos es otro avance que he presenciado con asombro. Recuerdo cuando los dispositivos industriales ocupaban salas enteras; hoy, esas mismas funcionalidades caben en la palma de mi mano. Este cambio no solo ha hecho que los equipos sean más accesibles y económicos, sino que también ha impulsado la eficiencia energética, algo que se ha vuelto indispensable en un mundo cada vez más consciente del impacto ambiental.
La evolución de la automatización industrial ha sido otro pilar de esta transformación. Ver cómo los robots se integraban en las líneas de producción, asumiendo tareas repetitivas y peligrosas, me hizo entender que el futuro estaba en la automatización. Los sistemas SCADA, que ahora permiten supervisar y controlar procesos a distancia, han cambiado la forma en que gestionamos las operaciones diarias, haciendo que la toma de decisiones sea más ágil y basada en datos en tiempo real.
La llegada de la inteligencia artificial ha sido uno de los desarrollos más emocionantes. Hoy en día, los sistemas pueden predecir fallos antes de que ocurran, lo que nos permite realizar mantenimiento preventivo y evitar costosos tiempos de inactividad. Es fascinante cómo el análisis de grandes volúmenes de datos puede revelar patrones y optimizar el rendimiento de los equipos, algo que nunca habría imaginado al principio de mi carrera.
En el ámbito del diseño de sistemas, he visto cómo tecnologías como la impresión 3D y la realidad aumentada (AR) han revolucionado la forma en que creamos y mantenemos los equipos. La impresión 3D nos ha permitido fabricar piezas complejas y personalizadas en tiempos récord, mientras que la AR y la realidad virtual (VR) nos han dado herramientas para entrenar y simular en entornos controlados, reduciendo los errores y mejorando la seguridad.
Los sistemas ciber-físicos son otra innovación que me ha dejado impresionado. La idea de que componentes físicos y computacionales puedan interactuar en tiempo real para mejorar la precisión y la adaptabilidad de los procesos industriales es algo que todavía me parece increíble.
En resumen, estos 40 años me han mostrado cómo la tecnología puede transformar radicalmente una industria. He sido testigo de avances que han mejorado no solo la eficiencia y la precisión, sino también la sostenibilidad y la seguridad en los entornos industriales. Y lo más emocionante de todo es que sé que lo mejor está por venir.